La tesis de la banalidad del mal sostiene que distintas atrocidades (p.e. tortura, asesinatos masivos) no solo son realizadas por individuos excepcionalmente malvados, sino que pueden ser perpetradas por personas comunes y corrientes que, al someterse a las presiones de un sistema burocrático, pierden su capacidad crítica y ética. Así, las personas se desentienden de las consecuencias de sus actos y actúan automáticamente.
La tesis del corazón de la oscuridad sostiene que el surgimiento de atrocidades se encuentra en las profundidades de la psique humana, afectada por impulsos destructivos que la sociedad no puede controlar. Bajo esta perspectiva, el mal no es una imposición externa, sino que es latente en la naturaleza humana de ciertas personas, esperando condiciones adecuadas para salir a la luz.